El gran triunfo Constitucional
de los pueblos originarios

Por Dario Rodríguez Duch

 

 

El presente relato viene a exponer solo algunas de las variadas vicisitudes y herramientas de lucha que vivieron y supieron poner en práctica los miembros de la Confederación Mapuche Neuquina a los fines de obtener su correspondiente reconocimiento como pueblo originario en la reforma constitucional de Neuquén, donde desde hacía 49 años se los venía desconociendo absolutamente como tales.


El triunfo político obtenido no ha resultado fácil ni ha sido el producto de ninguna "concesión" que pudiera haber realizado en su favor el Movimiento Popular Neuquino, en tanto partido político que viene rigiendo los destinos de esa provincia desde hace más de 40 años. Antes bien derivó de un largo y permanente proceso de lucha, así como de un fuerte trabajo de concientización hacia dentro y fuera del pueblo mapuche; de la legitimidad del planteo político y jurídico formulado hacia el poder con la permanente participación de las bases; de la articulación con organizaciones hermanas y de la clara convicción de encontrarse reclamando lo que corresponde.


La necesidad de la inclusión de la temática indígena no se encontraba en duda, dado el desconocimiento absoluto que desde la Constitución a reformarse se venía observando para con este pueblo originario. Prueba de ello resulta que el mismo MPN difundiera como uno se sus "slogans" para promover dicha reforma a la necesidad de un reconocimiento constitucional en favor del pueblo mapuche. Sin embargo, muchas serían las herramientas que dicha fuerza política mayoritaria pondría en juego a fin de impedir dicho reconocimiento o proponiendo que, en todo caso, el mismo resultara meramente formal y sin contenido.


No fueron pocos los avatares que debieron soportar los mapuches para arribar a tal objetivo, tomando de momento ribetes catastróficos o totalmente imprevistos, incluyendo la represión indiscriminada por parte de la policía antimotines de la provincia, la alineación de toda la oposición política al MPN bajo la propuesta mapuche y llegando hasta la conformación de una convención constituyente paralela junto a todos los sectores que podrían quedar excluidos en la redacción de la reforma.


El proceso de reforma obedecía a una ley de la legislatura neuquina en virtud de la cual se determinaba la necesidad de la misma acompañada, como era de prever en la provincia de Neuquén, de un proyecto de redacción del partido oficialista del texto tentativo de los 258 artículos a reformar, donde el reconocimiento al pueblo mapuche se limitaba a decir lo siguiente: "El Estado garantiza el respeto por la identidad étnica y cultural de los pueblos originarios de la provincia con sujeción al principio de igualdad ante la ley, y el derecho a una educación bilingüe y multicultural, sin perjuicio de lo dispuesto en los artículos 257 y 260. A tal fin, propicia acciones positivas a su favor."


Ante tal desconocimiento de la normativa instalada, tanto a nivel internacional (Convenio 169 de la OIT), como en la misma Constitución Nacional (art. 75 inc. 17), la Confederación Mapuche Neuquina, organización que integra a las 54 Comunidades de la provincia desde hace más de 34 años, promovió un proceso de difusión de la problemática a los fines de instalar el tema en la sociedad y en las comunidades y de adoptar un criterio uniforme frente a la misma, realizando para ello distintos talleres en las distintas regiones de la provincia desde casi 5 meses antes. Así, se convocó a los integrantes de las comunidades en las localidades cercanas de Zapala, San Martín de los Andes y Neuquen capital.


Se realizó también una estrategia de articulación con organizaciones jurídicas de reconocimiento nacional e internacional a los fines de obtener su adhesión y apoyo. Resultaron de particular importancia y de gran calidad los dictámenes elaborados al respecto por la Secretaría de DDHH de la Nación, el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas, la Comisión de Juristas Indígenas de la República Argentina, el Centro de Estudios Legales y Sociales y el Servicio de Paz y Justicia.


Asimismo, en lugar de presentar sus propios candidatos a la convención constituyente, se adoptó el criterio de unificar a toda la oposición al MPN en el reclamo tras la propuesta del articulado presentado por la Confederación Mapuche. Así, el bloque opositor o "interbloque" logró llevar la propuesta mapuche con dignidad, consultando a la Confederación ante cada palabra, punto o coma que pretendiera modificarse, aún cuando los Convencionales del MPN pretenderían todo el tiempo desconocer cada una de las propuestas de redacción articuladas por los mapuches.


Así, durante el día 26 de enero de este año, en plena época de receso en el resto de las actividades administrativas, la Convención constituyente operaba activamente, ante lo cual los miembros de la Confederación Mapuche Neuquina y los hermanos de todas las comunidades se concentraron durante casi 12 hs. frente al Concejo Deliberante Neuquino en que sesionaba la Convención. En tales condiciones, los convencionales debieron invitar a sus referentes y abogados a participar de los debates que respecto de ellos realizaban los constituyentes.


A pesar de haberse trabajado durante todo el día en la posibilidad de plantear un texto consensuado, el oficialismo del MPN decidió desoír todos los planteos y aprobar por mayoría el texto del artículo planteado por el bloque radical integrado por los convencionales Prieto y Burgos, en que no se reconocía al pueblo mapuche como tal, ni su preexistencia, ni la interculturalidad, ni el derecho a sus recursos naturales, ni el derecho a organizarse internamente, siendo su contenido el previsto en la ley de convocatoria como "deseable".


Ante la negativa de los convencionales del MPN de brindar explicación alguna a las autoridades de la Confederación por la insuficiencia del citado articulado, se produjeron los incidentes que muchos argentinos vieron a través de la televisión y los periódicos, donde hubo represión policial indiscriminada y heridos con balas de goma.


Desde el punto de vista técnico quedaba aprobado igualmente el despacho respectivo, lo que imponía a la futura reunión plenaria de la Convención a realizarse el 9 de febrero próximo el debido tratamiento del tema, con la salvedad de no haberse convalidado, ni por los mapuches ni por la bancada opositora o "interbloque", ningún punto del artículo votado por la mayoría impuesta por el MPN y el radicalismo.


Se impedía, al menos, de esta forma la desestimación de la problemática indígena por la Convención y se obligaba a tratarla nuevamente ante la reunión plenaria de la Asamblea Constituyente. También se lograba que quedara de manifiesto cual era, en definitiva, la verdadera voluntad del gobierno neuquino al proponer su tan anunciada reforma, que sin duda era la de adueñarse, para ellos y sus aliados del poder económico, de todos los recursos naturales existentes en la provincia sin interferencias de ningún tipo, dentro de lo cual el planteo del pueblo mapuche se había constituido en uno de sus principales escollos.


Grande fue la sorpresa y el escándalo público cuando los autores del proyecto, los radicales aliados al MPN Prieto y Burgos, decidían al día siguiente retirar dicha iniciativa, pretendiendo de esta forma dejar sin despacho de comisión al tema y, por tanto, sin tratamiento en plenaria a la problemática indígena de la provincia, arribando de este modo a lo que los mapuches denunciaron como "reconocimiento cero".


Sin embargo, las herramientas del pueblo mapuche no se agotaban aún, toda vez que se resolvió desde la Confederación conformar un espacio paralelo a la convención constituyente, sesionando el mismo día en que supuestamente debía cerrar el tratamiento de la convención "oficial", ubicándose para ello en el aula Magna de la Universidad Nacional del Comahue, a escasos 200 metros una de otra, y convocando a todos los sectores que se estaban viendo excluidos del proceso de reforma, entre los cuales sobresalían el movimiento de los trabajadores (gremios del CTA), los obreros de FASIMPAT (Fábricas sin patrones) o "ex Zanón"; los estudiantes de la Universidad Nacional del Comahue; los movimientos de Derechos Humanos (Noemí Labrune por APDH), el Obispo de Neuquen (Mons. Marcelo Melani); el Centro de Discapacitados de la ciudad, el área de Comanejo con comunidades indígenas de Parques Nacionales; contando para ello con la presencia de personajes nacionales relevantes sobre el tema, tales como el premio Nóbel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, el Cineasta Fernando "Pino" Solanas, el presidente del Instituto Nacional de Asuntos Indígenas, Dr. Jorge Rodríguez o el presidente de la Asociación de Juristas Indígenas de la República Argentina, Dr. Eulogio Frites.


Fue así como el pasado 9 de febrero de 2006, la sociedad neuquina se veía sorprendida por dos convenciones simultáneas en las que se exponían realidades diametralmente opuestas. Por un lado la convención constituyente oficial que sesionaba a puertas cerradas respecto de la reforma que pretendía impulsar el partido gobernante, con la intervención casi sistemática en su contra de la oposición o "interbloque" y que determinaba que menos de la quinta parte del articulado cuya reforma pretendía el MPN quedaría sin aprobar. Por otro lado este "Plenario por los Derechos Excluidos" conformado por todas esas otras organizaciones y movimientos políticos y sociales expulsados del debate público.


El hecho más significativo fue cuando, una vez que se anunciaba el inminente cierre definitivo de las sesiones de la primera, desoyendo por completo el planteo de reforma planteado por el pueblo mapuche, todos los integrantes del Plenario por los derechos excluidos decidieron levantar la sesión y marchar de inmediato al Concejo Deliberante de Neuquen, lugar donde sesionaba la Convención Constituyente. Para ello marcharon al frente la werkén de la Confederación Verónica Huilipan, el Obispo Marcelo Melani, el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, el Cineasta Pino Solanas, el presidente del Instituto de Asuntos Indígenas y demás referentes de los movimientos aliados, con cerca de 400 mapuches encolumnados detrás.


A poco de andar, casi 50 metros antes del ingreso al edificio, se vieron sorprendidos por un vallado reforzado por numerosos policías de la fuerza especial antimotines "UESPO", ante lo cual los primeros referentes traspasaron igualmente los vallados, a pesar de la orden que había dado en sentido contrario el gobernador Jorge Sobisch, presidente de la convención constituyente.


Insólitas resultarían las declaraciones de éste último a los pocos minutos de que viera ingresar en el recinto de la misma a los citados referentes, toda vez que tomó expresamente el micrófono para revelar que "Dado que en este recinto se encuentra "Dios", representado por el Padre de nuestra Iglesia Neuquina, y "la Paz" representada por el Premio Nóbel de la Paz, y estando garantizados "la presencia de Dios y de La Paz" dispongo el retiro de los vallados..." Los mismos que él había ordenado instalar en las cercanías del edificio, permitiendo así el ingreso del resto de los mapuches hasta la puerta del edificio.


Párrafo aparte merecieron los siempre solidarios miembros de FASIMPAT (ex – Zanón) que hallándose en el marco de otro justo reclamo, decidieron desviar de momento su nutrida columna para acercarse un largo rato a la movilización de los mapuches, con quienes vienen construyendo en forma permanente durante los últimos años instancias políticas y solidarias de articulación hacia sus respectivas luchas.


Varias horas después, y habiendo denunciado la situación el convencional Oscar Nahuel, representante del PJ que se identifica como integrante del pueblo originario mapuche, se resuelve pasar a cuarto intermedio, debiendo postergarse el cierre de la convención para el día siguiente, donde el único tema de tratamiento sería el texto a consensuarse con los representantes de la Confederación Mapuche Neuquina.


Luego de trabajosas horas de tratamiento y negociación, se logró arribar el texto definitivo del nuevo art. 53 de la Constitución provincial, donde se reconoce a los mapuches su preexistencia al estado neuquino, su derecho a la identidad como pueblo, a la interculturalidad en la educación, a la personería jurídica de sus comunidades, a la posesión y propiedad comunitaria de sus territorios, así como asegurando su participación en la gestión de sus recursos naturales. El estado se compromete, a su vez, a promover acciones positivas a fin de garantizar todos estos derechos aquí reconocidos.


Uno de los logros mas importantes, constituyó para el caso el poder plasmar todos estos derechos en la Sección de Declaraciones, Deberes, Derechos y Garantías de la Constitución neuquina, superando de esta manera la solución que para el tema plantea la Constitución Nacional, que incluye tales derechos en el art. 75 inc. 17, como una de las "Facultades del Congreso".


En definitiva, en las condiciones descriptas se arribó finalmente al debido reconocimiento del pueblo originario Mapuche a partir de los puntos propuestos desde la Confederación Mapuche Neuquina. Para ello, debió plantearse un fuerte proceso de lucha desde la organización apelando a la unidad del pueblo mapuche, que derivaría incluso en su represión indiscriminada; a la promoción de alternativas superadoras y creativas; a la generación de nuevos espacios de discusión, a la articulación con sectores aliados y, fundamentalmente, a la clara legitimidad de su justo reclamo.