Ante las declaraciones de Blumberg
sobre Organismos de Derechos Humanos

 

 

Juan Carlos Blumberg tiene un dolor. No es el único. A decenas de miles de habitantes de este país en las últimas tres décadas también le mataron a un ser querido. Hace escasas horas, la policía baleó a un chico de dieciseis años que pugnaba por entrar a un basural para juntar cartones y comer. Se lo impidieron para siempre.


Blumberg pretendió ayer, en un discurso, desacreditar a los organismos de derechos humanos por "no preocuparse" de la muerte de su hijo. Falso. Estos no han hecho otra cosa durante décadas que tratar de evitar la muerte de Axel. Para eso fue que iniciaron juicios, denuncias y marchas contra los militares y policías impunes de la dictadura.; por las víctimas del gatillo fácil y la represión al pueblo, de ayer y de hoy.


En aquellos lejanos días en que esas batallas comenzaron, mientras él dirigía su fábrica, los organismos alertaban, movilizando a la opinión pública, sobre la subsistencia de ese aparato criminal, considerándolo como un futuro peligro para todos, sin distinción de sector social.


Hoy, las evidencias de la muerte de Axel, como la de tantos otros, señalan a ese aparato como parte integrante de su secuestro y muerte. Resulta grave entonces, la contradicción de Blumberg de tener a su lado a notorios responsables de la puesta en pie del mismo.


Sin las denuncias de los organismos, y las puebladas contra el gatillo fácil, el reclamo de Blumberg nunca hubiera trascendido. Fue esa marea de indignación previa la que lo colocó también en el escenario de la tragedia. Ha sido gracias a estas actividades que se puso en evidencia la participación de elementos de la fuerza de seguridad en el entramado del delito.


Si Blumberg no estuviera obnubilado por una mezcla de dolor, intereses sectoriales e ignorancia, en su discurso hubiese dicho gracias.

 

 

Comité de Acción Jurídica (CAJ)

 

27 de agosto de 2004