El abogado que representa ante la Justicia madrileña a las víctimas de la
dictadura quiere replicar esa experiencia. Dice que sería una “devolución” a
España por su ayuda al desarrollo de la lucha contra la impunidad de los
represores argentinos.
Slepoy participó del seminario que organizó esta semana la Universidad de Tres de Febrero. Por Laura Vales
Genocidio, crímenes de lesa humanidad, terrorismo de Estado, ¿qué describe cada
término y qué consecuencias tiene usar uno u otro en los juicios por violaciones
a los derechos humanos? Este fue el tema del debate que, el miércoles y jueves
pasado, reunió a especialistas del país y del exterior en el Centro Cultural
Borges. Invitados por el Centro de Estudios sobre Genocidio de la Universidad
de Tres de Febrero, jueces, fiscales, querellantes y funcionarios hablaron sobre
los modos de nombrar los crímenes de la dictadura. El abogado Carlos Slepoy,
representante de las víctimas argentinas en las causas que se abrieron en Madrid,
fue uno de los panelistas y habló con Página/12.
–Alguien dijo, en estos debates, que en los juicios a los represores la Justicia
no está llamando a las cosas por su nombre. ¿Es una queja fundada?
–Se refería a las sentencias que no asumen que en la Argentina se cometió un
genocidio; en ese caso, sí, la Justicia no está llamando a las cosas por su nombre.
No es un problema académico; un robo y un hurto no son lo mismo, aunque se trata
de la sustracción de un bien, porque en un caso hay violencia y en otro no. Un
homicidio es diferente de un homicidio agravado, porque en el agravado hay alevosía.
–Pero también se aclaró que condenar por genocidio no implicaría penas mayores.
–No es un tema de mayor o menor pena. La importancia de qué calificación usar es
en otro sentido: uno, es que la verdad judicial se corresponda con la verdad
histórica. Para que esto suceda, la calificación adecuada del crimen cometido es
fundamental, porque es lo que da conciencia de qué ocurrió. Además, al plantear
que hubo un genocidio se está cuestionando la forma en que se están realizando
los juicios, parcelada, con testimonios indidivuales, como si acá hubiera habido
múltiples crímenes y no un plan sistemático de eliminación de personas. Ni el
Poder Legislativo ni el Ejecutivo, ni la Corte Suprema hicieron una ordenación
de los juicios para que guarden relación con la forma en que se cometió el plan
criminal, un ordenamiento por cuerpos, por ejemplo, entonces ocurrió esta atomización.
Se juzga lo que ocurrió en un centro clandestino, luego en otro, o se juzga dentro
de un centro clandestino a un grupo de personas y no a otro grupo, por unas víctimas
y no por otras. Esta disfuncionalidad nació de no haber asumido el tipo de crimen
que se cometió, un crimen que necesitó de una planificación, de la instalación
de cientos de centros clandestinos, de una forma de operatividad que nada
tiene que ver con la idea de crímenes de lesa humanidad.
–¿Cuál sería la diferencia entre crímenes de lesa humanidad y genocidio?
–Los crímenes de lesa humanidad se caracterizan por ser un ataque contra la
población civil. Las bombas atómicas, por ejemplo, yo entiendo que son crímenes
contra la humanidad, porque son indiscriminadas, y además ataques súbitos
contra la población civil. Acá no hubo un ataque, hubo una planificación
sistemática para eliminar determinados grupos de la sociedad argentina. Existe
una convención sobre genocidio, que en lo fundamental plantea que el propósito
del genocida es la destrucción total o parcial de un grupo o grupos, a diferencia
de los crímenes contra la humanidad, que son ataques generalizados o sistemáticos
contra la población civil.
–Las condenas seguirían siendo por homicidio agravado o por secuestro, por las
figuras del Código Penal.
-Sí, y a esas figuras se las enmarca... porque todos estos delitos estarían
prescriptos, de acuerdo a la aplicación del Código Penal, pero se los considera
imprescriptibles en la medida en que son crímenes contra la humanidad. Con el
mismo criterio, tampoco prescribirían si se los calificara como delitos
instrumentales para cometer un genocidio. Enmarcar los crímenes de la dictadura
como un genocidio tendría efectos además con otra cuestión, que es la de los
instigadores, cómplices y coautores civiles y económicos del exterminio. No es
posible que Videla sea condenado y sus crímenes se declaren imprescriptibles y
Martínez de Hoz y el resto no sean perseguidos por la Justicia, porque ellos
son copartícipes del genocidio. Alguien dijo en uno de los debates, con mucho
tino, que no fue Videla el que puso a Martínez de Hoz sino al revés. La
convención sobre genocidio dice que no solamente serán juzgados quienes cometan
directamente el crimen, sino quienes lo instiguen, sean sus cómplices o coautores.
Pero mientras no se aplique, no se resolverá esencialmente ni se revertirá esta
etapa post-genocida de Argentina. Lo digo en el marco de la extraordinaria
importancia que tienen los juicios: Argentina hoy es una referencia ante el
mundo. Pero esta sociedad ha derribado muros mucho más poderosos que los que
tiene hoy enfrente y puede seguir avanzando.
–La semana pasada, en el juicio por ESMA, Donda declaró que la represión fue
un tema de toda la Armada, no sólo del grupo de tareas que está siendo juzgado.
¿Ayudan estas confesiones a avanzar en ese sentido?
–Por lo menos se debería tomar nota, porque él lo hace con una actitud defensista,
trata de escudarse en la generalidad, pero a la vez afirma una verdad muy grande.
Yo no sé si la totalidad de la Armada es responsable, pero sí muchísimos más
de los que están siendo juzgados. Y con todo lo importante que son los juicios,
con todo lo que se ha conseguido, tenemos unos 600 procesados y se estima que
hubo casi 500 centros clandestinos de detención, o sea que por cada centro
hay sólo un represor procesado.
–Si en el 2011 asumiera un gobierno de derecha, ¿la continuidad de los juicios
estaría en riesgo?
–Va a ser muy difícil que suceda eso, porque habría una respuesta del movimiento
de derechos humanos, que en la Argentina es muy poderoso. Les sería muy difícil
revertir el camino, aunque no imposible, claro... pero yo creo que eso se agita
a veces como un fantasma, “cuidado que viene el lobo, no avancemos demasiado, no
organicemos las cosas como las tenemos que organizar”. Y eso, más que precaución,
es un temor que hace que uno se enroque en lo que ha conseguido por temor a
perderlo, y deje de ver la propia historia. El movimiento de derechos humanos
en la Argentina derribó muros que parecían infranqueables, como las leyes de
punto final y obediencia debida, impulsó los juicios en el exterior, terminó
con la historia de que había un juez natural, porque al principio se decía que
los militares debían ser juzgados por jueces militares. A mí me parece que en
algunos sectores hay una cierta conformidad con lo logrado como si dijeran
‘hasta acá llegamos’. En realidad, éste es un paso más. No diría que estamos
empezando, pero nos falta un largo camino por recorrer, se pueden conseguir
muchas más cosas. La tarea fundamental es revertir las consecuencias del genocidio
desde todo punto de vista, y lo primero que hay que hacer es llamarlo como tal y
organizar los juicios como tal.
–¿Qué va a pasar con los juicios en el exterior?
–Continúan. En Italia se han dictado algunas sentencias en ausencia, por ejemplo
contra Massera. Nosotros en España tenemos pedida la extradición de 48 represores,
que quedó congelada.
–¿Tendría sentido que avanzara ahora?
–Tendría sentido con varios que no están siendo procesados en la Argentina. O se
los procesa acá, con las acusaciones que llegan de España, o bien se los debería
extraditar. Claro, teniendo en cuenta que acá los juicios están avanzando
parecería un contrasentido extraditarlos, pero es bueno que se sepa que este
tipo de criminales son perseguidos internacionalmente. Entonces, aunque sea a
nivel simbólico, es bueno que continúen abiertos aquellos juicios.
–Usted vive en España. ¿Qué pasó con el intento de juzgar los crímenes del franquismo?
–Baltasar Garzón intentó avanzar con los juicios y le plantearon que no podría
porque la ley de amnistía que se dictó en 1977 en España dice que quedan
exonerados de responsabilidad penal quienes durante el franquismo hayan
cometido delitos con intencionalidad política. El avanzó sobre eso, hizo
una interpretación de la ley de amnistía en el sentido de que no puede
amparar crímenes contra la humanidad o genocidio, desaparición forzada de
personas, etcétera, y no solamente hubo una ofensiva tremenda contra él de
parte de la fiscalía, que responde al fiscal general, designado por el gobierno,
quien logró la paralización de esta investigación, sino que además le abrieron
un expediente por prevaricato, es decir lo acusan de haber dictado a sabiendas
una resolución injusta. Es patético. Una de las cosas que quiero plantear es
que la Argentina realice una devolución a España.
–¿Abrir acá una causa?
–Así como en España hubo juicios que ayudaron al desarrollo de la lucha contra
la impunidad de los represores argentinos, ahora hay que ayudar a los españoles
abriendo un procedimiento judicial contra los crímenes del franquismo.
Yo creo que se podría.