REFLEXIONES DURANTE LA PANDEMIA, EL ESTADO DE EXCEPCIÓN Y EL FUTURO DEL TRABAJO Y LA SEGURIDAD SOCIAL

Por Horacio R. González
C.A.J
05 de Mayo 2020

I.-Las pandemias y los estados de excepción

1.-​ Las grandes epidemias a lo largo de la historia de la humanidad contribuyeron por un lado al desarrollo de la prevención sanitaria, a las crisis económicas y sociales y también, al fortalecimiento de los sistemas políticos y al poder de policía de los Estados. Destacaba Foucault que la “...cuarentena fue un ideal político médico de buena organización sanitaria de las ciudades en el siglo XVIII” 1 . Frente a los riesgos de la peste se perfecciona el esquema político-médico de la cuarentena iniciado a fines de la Edad Media. Con el capitalismo, dice el citado autor, se pasó de una medicina privada a una colectiva, se “socializó un primer objeto, que fue el cuerpo, en función de la fuerza productiva, de la fuerza laboral” 2 , el control sobre los individuos no se opera –dice- simplemente por la conciencia, o por la ideología sino que se ejerce en el cuerpo, con el cuerpo.

La actual pandemia no escapa a esos rasgos. Existe coincidencia desde distintos ámbitos del pensamiento político que el período post pandemia traerá cambios importantes que algunos ya denominan una “nueva normalidad”. Que alcances tendrá la misma y que implicancias tendrá para la suerte del trabajo y la seguridad social es lo que abordamos en este comentario.

Pero antes pretendemos encuadrar este fenómeno en un contexto más amplio como es el del sistema político y económico vigente en al actual etapa del capitalismo global.

2.-Con motivo de la pandemia se han reforzado los poderes en todos los estados limitando, y, en múltiples casos, anulando, las libertades y derechos de los ciudadanos, sin que exista, muchas veces, una clara vinculación entre las medidas restrictivas y el fin perseguido.

En realidad este proceso no es nuevo, sino que se corresponde en el mundo con una etapa de fortalecimiento, por un lado, de la autoridad política del estado frente a la sociedad y, por el otro, en el desmontaje de lo que en su momento se llamó en Europa el Estado de bienestar.

El Estado de derecho liberal en su configuración actual ha perdido sus notas características de legalidad, publicidad y control, dejó de ser una pretendida democracia constitucional para transformarse en un fenómeno nuevo a través del ejercicio de los denominados súper poderes, que representa la antítesis de un gobierno constitucional 3 . Algunos hablan de una “democracia dirigida”, en los que se explotan la autoridad y los recursos del Estado, mediante la combinación con otras formas de poder conformando un bloque entre el gobierno político tradicional y el sistema de gobierno privado.

El cambio es claramente regresivo, desde el punto de vista de los derechos y libertades de las personas y del funcionamiento democrático de los poderes. El signo del cambio es el de una “empresa privada” con el argumento de la eficiencia y la maximización de los beneficios. Se manejan los gobiernos como una empresa con pocos dueños que deciden por todos.

Los gobiernos actúan en un marco de mayor ilegalidad, arbitrariedad, secreto e irresponsabilidad. Todo ello en desmedro de la representación política, de la participación popular, en el debate y las decisiones, del funcionamiento del judicial, como contra poder en tutela de los derechos y libertades de los ciudadanos.

1.Michel Foucault, La vida de los hombres infames, ed. Altamira, Montevideo 1992, p. 137. 2.Ob. Cit. P. 125. 3.Sobre este tema señala que “el liberalismo del siglo XX, o neoliberalismo, como se lo llamó luego, contribuyó de manera fundamental a la promoción de un Estado fuerte, controlador, una concepción que fue esencial para Super poder”, Sheldon S. Wolin, en Democracia S.A., La democracia dirigida y el fantasma del totalitarismo invertido, Katz, Bs.As, 2008, p. 375.
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