Se cumplen diez años de la desaparición de Julio López. Ni una sola pista se ha revelado, desde el Estado, sobre los autores y responsables ideológicos de este gravísimo hecho. Horas antes de su secuestro, López acababa de fulminar, con su testimonio, al criminal Etchecolatz, condenado básicamente por la contundencia de este testimonio, completo y detallado, de la manera de actuar de la dictadura.
Hace hoy diez años todos los organismos de derechos humanos tuvimos una audiencia con el entonces ministro del Interior, Aníbal Fernández. El funcionario puso en duda que López hubiera sido secuestrado. El CAJ interpeló al ministro, preguntándole si, de acuerdo a su razonamiento, él creía que López estaba en lo de la tía. El ministro dijo, sardónicamente, que era posible. Nosotros le exigimos entonces que el Estado fuese a lo de la tía a ubicarlo y devolverlo, sano y salvo, a la sociedad.
Pero el gobierno no fue a buscarlo a ningún lado. Nada hizo por ubicarlo. Peor aún, sembró dudas, a través de sus voceros, insinuando que era un autosecuestro. La infamia no resistió a la realidad. Varios indicios revelaron que el ex comisario Etchecolatz no pudo ser ajeno a su desaparición. Tampoco se quiso ahondar en esa pista.
En lugar de poner su aparato al servicio de la investigación, se lo puso al servicio de la calumnia. Se perdieron horas preciosas para dar con su paradero.
Esa conducta revela que para el Estado y su gobierno de turno, por razones que ya saldrán a la luz cuando se abran los archivos encriptados, el "mal menor" es que no se destape la trama putrefacta detrás de esta desaparición. Esto implica que se mantengan los compromisos con sectores vinculados a este acto criminal, por " razones de Estado" superiores, para los funcionarios, al esclarecimiento del hecho.
El Estado es responsable de este crimen, como surge de la constatación de que el nuevo gobierno, tan crítico con la conducta del anterior, no hace nada, ni un gesto siquiera, para que se sepa que paso con Julio López.
El CAJ exige la apertura de los archivos secretos del Estado, para dar con el paradero de un valiente que enfrentó a sus torturadores, abriendo camino a la lucha del pueblo argentino contra la impunidad.
Julio López, presente!